La Seño, con saña, ciñe la seña en su ceño, señora mamá.
Quiere quitarse su cara la descarada, caro corazón.
Llora y la llama y el llanto le llueve, llegando, llegando, de aquí hasta allá.
Piensa y repiensa y se arrepiente y reptando arroba su ropa rotando y retando
a los rotos de acá.
¡Qué porquería! ¡Qué se creerían! ¿Por qué se reirían?
¡Razones tendrían! razona rabiosa rozándola ya.
Rita, la Seño, rniega y reniega y se enroña la ñata de tanto rabiar.
Piensa y repiensa, la rompe y se arrastra; recorre con rabia, recuerda y se va.
¡No sabe siquiera con quien conversar!...
¡Papa para Pa pá!, pretende la Luisi le permita pasar.
¡Permiso, permiso, que le piso petiso! Es Lucho, la Laucha, chusmeando la lucha de
la Seño...Ritá.
Raúl Alcaide