EL MUNDO › DIALOGO SOBRE
ECOLOGIA CON EL TEOLOGO BRASILEÑO LEONARDO BOFF
Según Boff, el Hemisferio Sur demanda a los
países centrales financiar la devastación causada por siglos de saqueo y
advierte que el desarrollo sostenible del medio ambiente empieza por el combate
a la pobreza y la desigualdad.
Por Darío
Pignotti
Desde Río de Janeiro
El Norte y el Sur vuelven a chocar en Río. Ese es
el saldo de los primeros días de negociaciones infructuosas entre los
diplomáticos de más de 100 países que participan en la cumbre Río+20 e intentan
elaborar un documento único sobre qué hacer con el planeta a la deriva. Hay dos
tesis en pugna. La de implantar una “economía verde” al gusto de Estados Unidos
y Europa, que se desentienden del costo ambiental causado durante más de un
siglo de saquear florestas y mares, una formulación rechazada por el Sur, que
demanda a los países centrales financiar la devastación causada y advierte que
el desarrollo sostenible del medio ambiente empieza por el combate a la pobreza
y la desigualdad.
El religioso brasileño Leonardo Boff lleva años
reflexionando y elaborando ensayos sobre ecología desde una perspectiva en la
que retoma los fundamentos de la Teología de la Liberación. Boff, uno de los
intelectuales de referencia de parte de los miles de militantes que ayer
debatían bajo el sol primoroso de Río sobre cómo salvar el planeta, dinamitó
los fundamentos de la “economía verde” durante una entrevista con Página/12.
Para Boff es “frustrante” que la ONU convoque a la Conferencia Río+20 para
abordar a nivel mundial la idea de la economía verde. “Cuando hablamos de
economía verde estamos hablando del último asalto del capitalismo a la
naturaleza, al patrimonio de la humanidad”, señaló.
“Digo el último asalto porque el primero fue la
explotación convencional de los recursos naturales, deforestando la Amazonia
para que el agronegocio plante sus millones de hectáreas de soja o para que se
derriben los árboles impunemente, ahora entramos en una fase peor que es
convertir a la naturaleza en mercadería, se venden créditos de carbono, se
convierte a la vida en commodities, la vida no puede ir al mercado.”
El debate sobre la “economía verde” es uno de los
tres ejes escogidos por la ONU para la Conferencia sobre Desarrollo Sostenible
Río+20, como parte de su propuesta de reconfigurar el aparato productivo
mundial, apuntando hacia la reducción de combustibles fósiles y las prácticas
ecológicamente sustentables de las multinacionales.
El economista indio Pavan Sukhdev, del Deutsche
Bank, se encuentra en Río, donde ha reivindicado que la “economía verde engloba
cuatro temas: bienestar, equidad social, riesgos ambientales y escasez
ecológica”.
Para Boff ese tipo de argumentos está cargado de
una retórica que “en el fondo solo buscan maximizar el lucro de las
empresas...no es más que pintura verde, se quiere maquillar a un sistema
productivo que desde la Eco ’92, hace 20 años, ha causado más degradación de la
tierra y profundizado la brecha entre ricos y pobres”.
La suerte de la reunión ambientalista más
importante del año se resolverá entre el jueves y viernes próximos cuando la
presidenta Dilma Rousseff será la anfitriona de los mandatarios que
desembarcarán en el predio ferial Riocentro, situado en Barra da Tijuca, uno de
los barrios más caros de esta ciudad que se prepara para recibir el Mundial de
Fútbol y las Olimpíadas.
En los primeros días de cabildeos en Riocentro
uno de los temas dominantes fue la presencia de Barack Obama en la cumbre, dado
que la Casa Blanca insinuó durante dos meses que no vendrá pero aún falta una
confirmación oficial. “Obama dice que no viene por asuntos internos, por las
elecciones donde busca ser reelegido, pero él no vendría en realidad porque se
comporta como un emperador, es una especie de emperador negro que sólo se
interesa por lo que ocurre en su imperio”, embiste Leonardo Boff.
“Si él (Obama) percibiera que la degradación de
la Amazonia afecta directamente el clima en California claro que vendría a
Río+20, o le ordenaría a Brasil lo que debe hacer sin sutilezas, o en última
instancia mandaría ocuparla, siguiendo la ideología estadounidense que les hace
pensar que son los guías de la humanidad.”
Para Boff, los países desarrollados se comportan
con “mezquindad” ante la “degradación” del medio ambiente y no advierten que la
tierra “puede estar caminando hacia una catástrofe” ecológica en la que “nadie
saldrá indemne”. Una de sus preocupaciones centrales es el destino de la
Amazonia, la mayor floresta tropical del mundo, objeto de la devastación del
agronegocio brasileño. “No creo que Brasil pueda sentirse muy orgulloso de la
situación que sufre desde hace décadas y hasta la actualidad; la Amazonia,
aquello es el Far West, el Estado no está para aplicar la ley contra los que la
deforestan y para proteger a los que quieren cuidarla”, dice el teólogo
ecologista.
“Amazonia es una tierra sin ley, donde los
terratenientes mandan a matar a los peones y a los miembros de organizaciones
campesinas que defienden la producción en armonía con el medio ambiente, desde
que fue asesinada la hermana (estadounidense) Dorothy Stang en 2005, nada
cambió, se sigue asesinando”, machaca el ex sacerdote.
Ayer Río se mostraba como una ciudad partida. En
el oeste carioca continuaban las actividades oficiales y los encuentros
discretos entre diplomáticos dentro de la cumbre oficial Río+20, mientras en el
Aterro do Flamengo, en el sur de la ciudad, la Cumbre de los Pueblos, convocada
por el Foro Social Mundial, debatía fórmulas para enfrentar el capitalismo y
hacerlo sin dañar el medio ambiente. En esa Babel alterglobal se mezclaban
universitarios de Argentina, Francia y España, comunidades afrodescendientes de
Brasil, indígenas colombianos y peruanos, y grupos defensores de los derechos
humanos que, en un acto con la Madre de Plaza de Mayo Nora Cortiñas,
prometieron realizar un escrache a un represor esta semana.
Boff ve sin interés lo que pueda ocurrir en la
cumbre oficial y se esperanza con la Cumbre de los Pueblos. “No podemos esperar
mucho de lo que surja en los debates de los líderes mundiales en Río+20,
necesitamos un nuevo relato que en lugar de buscar optimizar el lucro de la
economía verde parta de la vida y de la tierra, que venga de abajo, de la
agricultura familiar, de las comunidades indígenas, de la discusión de la
sociedad.”